Animar a emprender es desde hace años el objetivo de distintas iniciativas que instituciones o colectivos empresariales de la Ribera del Duero promueven en la zona y que SCRIBO Comunicación ha contribuido a difundir.
Últimamente inciden sobre todo en la motivación y el optimismo. Porque mira que es complicado emprender en este país. Sobra papeleo, falta información y conseguir financiación puede ser toda una odisea, sobre todo en tiempos de crisis.
Pero además suele haber una cierta incomprensión en el entorno más cercano; en lugar de admiración o envidia positiva, se reciben miradas de sorpresa, incredulidad y hasta conmiseración cuando el futuro emprendedor comunica su idea o proyecto. Si no prospera, abundan los “ya lo sabía yo”, “no sabía donde se metía”. Si logra éxito personal y económico, aparece la envidia malsana y las sospechas de gestión poco ética.
¿Por qué no se educa más en la creatividad, o la búsqueda de aventuras, por qué no se enseña a asumir riesgos o a hacer del fracaso una experiencia? ¿Por qué están tan alejados los mundos de las aulas y de la empresa?
No es de extrañar, entonces, la absoluta desorientación que padecen muchos jóvenes cuando les llega el momento de escoger un camino profesional. Y que sus aspiraciones sean encontrar un trabajo fijo, a ser posible para toda la vida, en una empresa más o menos estable y donde alguien te vaya indicando las tareas a ejecutar.
Pero que no cunda el desánimo. Si un puñado de hombres de campo fueron capaces en los años 80 de iniciarse en el mundo empresarial y poner las bases de lo que hoy es la DO Ribera del Duero, si muchos otros entregaron sus tierras en los 70 para que se creara un polígono industrial en Aranda de Duero hoy lleno de empresas de todos los tamaños, hoy en día, con más experiencia, medios tecnológicos e información, no podemos dejarnos paralizar por el miedo. Que no se pierda la ilusión.